miércoles, 3 de septiembre de 2025

Por qué el verdadero enemigo no está a tu lado, sino en la nube



Culpar a las víctimas: El juego que el poder quiere que juegues




El noticiero de la noche entona la misma letanía de siempre: las mismas noticias cada día. Enormes incendios causados por el cambio climático y la mala gestión de los bosques y la biodiversidad. El Mediterráneo sigue tragando las vidas de personas que huyen en busca de un lugar donde vivir, y los que se salvan son pasto del egoísmo y la crueldad de la derecha xenófoba.
El interminable genocidio sionista del pueblo palestino se transmite en directo con toda su crueldad y nos deja con la impotencia de ver tanto sufrimiento. Los jóvenes, cada vez más perdidos en la búsqueda de un futuro, se ven reflejados en espejos vacíos y mensajes huecos que los conducen a la nada. Y luego nos quedan los más peligrosos: la derecha política y económica, que ha conseguido que gobiernen personajes como Trump, Bolsonaro o Milei.
En un momento de ira, se te ocurre escribir un mensaje en una red social insultando a todos los votantes de "toda esta escoria reaccionaria", pero en un instante de lucidez decides pedir la opinión de un amigo. Porque culpar a las personas que votan es la parte más fácil y cercana, es buscar al enemigo al lado, a alguien que seguro tiene tus mismos problemas.
Entonces, tu amigo te suelta una frase que sacude todo tu pensamiento:
"Culpar a las víctimas es lo que el poder quiere: que peleemos entre nosotros mientras ellos roban el futuro. Yo me niego a ser un peón de su juego".
En ese momento, te viene a la cabeza el mito de Teseo y el Minotauro. Tu amigo te acaba de regalar la punta de la madeja de hilo que te llevará al verdadero monstruo y te permitirá escapar. El verdadero minotauro moderno no es un monstruo, es un sistema: el tecnofeudalismo, que Yanis Varoufakis describe como el "sigiloso sucesor del capitalismo".
¿Quiénes son esas manos? Son las que han logrado que nos sintamos rebeldes mientras obedecemos; los dueños del relato que vacía mentes; los dueños de la información que les regalamos cada día para que nos conviertan en sus siervos en la nube.
Uno de estos minotauros es Peter Thiel, el hombre que dijo hace años que "el big data es el nuevo petróleo" y decidió que lo controlaría todo. Es la mano detrás de la empresa Palantir, que se dedica con sus plataformas al análisis masivo de datos. Actualmente, más del 50% de su negocio proviene de la NASA, el Pentágono, el Servicio de Inmigración y Aduanas de Estados Unidos, y de gobiernos de la UE y del Reino Unido.
Cuando nuestros gobernantes nos preguntaron si podían vender toda nuestra soberanía a un hombre que pronunció la siguiente frase demoledora: "no creo que la libertad y la democracia sean compatibles", estos multimillonarios se autodenominan "tecnolibertarios", pero su libertad pretende acabar con la democracia y con nuestros derechos. Por eso, Peter Thiel está detrás de todas las grandes tecnológicas de Silicon Valley: mientras nos distraen con sus redes y nos hacen pensar en una vida simulada, construyen un sistema de señores digitales y siervos de datos, donde ellos son los señores del código de nuestro futuro.
¿Entonces, de qué sirve enfrentarse a nuestros iguales, que están deslumbrados por un espejismo simplista para sus problemas reales? Este espejismo es creado por poderosos sin escrúpulos que no han dudado en usar símbolos religiosos para vaciar de contenido la espiritualidad y llenarla de consignas políticas. O, como en el caso de Brasil, donde el lobby evangélico de EE.UU. financió a Bolsonaro no por fe, sino por acceso a poder y recursos naturales en el Amazonas.
¿Qué nos queda como esperanza para luchar contra ese minotauro que parece saberlo todo y va siempre delante de nosotros? Nos queda algo tan sencillo como volver a entender que los problemas individuales requieren soluciones colectivas. Volver a encontrarnos con los otros y con nosotros mismos. No hay causa tan grande que un grupo de personas comprometidas no consiga llevarla a cabo. Pensemos, por ejemplo, en los estudios de Erica Chenoweth sobre el poder de la acción colectiva: cuando un 3,5% de la población se moviliza de forma sostenida y no violenta, el régimen cae el 53% de las veces. El camino existe y solo consiste en comenzar a recorrerlo.
Volvamos a ciudadanizar nuestra vida. Y, como dice Galeano, "La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces, para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para avanzar".
Empecemos.........................

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