UN DOMINGO CUALQUIERA

 

Tumbado en el sofá de casa, un domingo por la tarde, fuera cae esa lluvia fina pero interminable típica de algunos días de invierno. Me dejo llevar, haciendo *scroll* por una red social, cuando el algoritmo me lleva a un mensaje de Pepe Mujica, el expresidente uruguayo. Una reconocida figura política conocida por su ecuanimidad, valentía y claridad de pensamiento. Él mismo se define como estoico.


El mensaje es una foto suya con una frase que dice: *“No estamos en una época de cambio, estamos en un cambio de época”*. La frase en sí no es muy pomposa, es simple, pero resume perfectamente el momento actual.


Por un momento, mi cerebro quiere salir de su cómodo letargo y empiezan a brotar ideas que intento ordenar. Un montón de información almacenada parece salir por instinto para defender la idea sencilla de Pepe.


Me viene a la cabeza lo que leí hace unos días sobre Mustafá Suleyman y el cambio tecnológico que se avecina, un cambio que transformará a la humanidad como nunca antes en su historia y a una velocidad comparable al desarrollo de los microchips. Si en su momento el ser humano pasó de la Edad de Piedra a la Edad de Bronce, marcando el inicio del dominio tecnológico de los materiales, ahora podríamos estar en la Edad del Silicio, ese material mágico que permite crear chips cada vez más rápidos y pequeños.


En esta nueva era de la historia humana, los peligros no provienen de animales más grandes, fuertes o rápidos, ni de plagas como la gran gripe española, ni tampoco, en principio, de líderes enloquecidos por el poder, como los que desataron la Segunda Guerra Mundial.


El gran peligro son los superordenadores y la inteligencia artificial. Es la primera vez que la humanidad se enfrenta a un enemigo más inteligente, más rápido y con la gran ventaja de que conoce todo sobre nosotros. Llevamos años entregando toda nuestra información las veinticuatro horas del día: nuestros gustos, miedos, hábitos y preferencias. Y con todo eso no basta. La IA conoce a la perfección cómo funciona nuestro *software*, nuestro cerebro, y cómo hackearlo.


Por otro lado, los algoritmos actuales, una vez entrenados y con su objetivo fijado, empiezan a trabajar y es imposible seguir el desarrollo de su toma de decisiones. Solo se puede ver el resultado y, tomando como ejemplo su trabajo en redes sociales, son excelentes cumpliendo sus objetivos.


Los peligros de esta nueva época van más allá de los ordenadores y las IA. Comienzan con los dueños de las empresas desarrolladoras de estas tecnologías, los CEOs, las cabezas visibles de toda esta transformación. Estas cabezas no solo buscan el éxito empresarial, que, según sus valores, significa ganar ingentes cantidades de dinero como nunca antes en la historia. También buscan reorganizar el mundo a su conveniencia, siguiendo la doctrina de los años ochenta, cuando Ronald Reagan expresó en 1981: *“El gobierno es el problema”*. Por eso, estos tecnolibertarios buscan acabar con los estados como una liberación para sus intereses.


Veamos el uso de los algoritmos de las redes y  las consecuencias de su entrenamiento y desarrollo. 

En 2017 en Myanmar , facebook fue utilizado a traves de su sistema de noticias para promover un genocidio de la poblacion roinyhá , en 2016 Microsoft  lanzo a Tay un bot de twitter para aprender de sus conversaciones con usuarios en menos de veinticuatro horas Tay paso de saludar con emoticonos en sus conversaciones a proclamar discursos de odio y neonazis.son solo un par de ejemplos y hay muchos más que demuestran la radicalizacion de grupos de personas que ven en las redes su unica ventana a la informacion .


No es que el algoritmo sea malo y busque el mal de la humanidad , es simple la máquina aprende que la agresividad genera éxito , más interacciones , más redifusión del mensaje y en definitiva más horas del usuario en la plataforma,está en que la humanidad le de el sesgo a la máquina correcto, no dejemos que el algoritmo convierta el miedo en un producto por su éxito 


La política implica un sutil equilibrio entre la verdad y el orden. Entonces, deberíamos saber qué es la verdad. Sabemos que hay una realidad ahí fuera que se representa a través de la información. Por lo tanto, diríamos que la representación es verdadera si refleja con éxito esa realidad.


Si la información que nos llega es falsa, manipulada o no se ajusta a la realidad existente, sería como dijo Karl Marx: *“La información es un arma, y la élite que afirma servir a la verdad y la justicia, en realidad persigue angostos privilegios de clase”*.


No dejemos el arma de la información y la formación de la humanidad en manos únicamente de los CEOs , no fue Tay el que se radicalizó fuimos los humanos los que lo llevamos a eso , como dice Max fisher en Las Redes del Caos “ no fue un error , sino el resultado lógico de algoritmos que premian la indignación , el engagement es el combustible y nuestro sesgo hacia el conflicto , la chispa.


¿Queremos que las maquinas decidan nuestro futuro ?


Tenemos que actuar ya porque la IA no nos arrastra al caos. Solo acelera lo que llevamos dentro , Y si algo nos enseñaron estos ejemplos es que el silicio no es un material mágico sino un espejo .Uno que devuelve amplificada, la imagen de una humanidad que no sabe si usar su tecnología para salvarse o para venderla al mejor postor




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